Hoy quiero contaros nuestra experiencia participando, como en años anteriores, en La Semana Europea de la Reducción de Residuos. En esta ocasión quisimos proponer como acción de concienciación en esta materia, una “Comida de Residuo Cero”.
Acción: Comida Residuo Cero:
¿Y en qué consiste una Comida de Residuo Cero?
- Es muy sencillo, consiste en cocinar, cada uno de l@s compañer@s de la plantilla de nuestra empresa Inteco Astur, un plato a su elección, en casa y traerlo para compartirlo todos juntos, un día concreto, en este caso el viernes 22 de noviembre de 2019.
- Planteando la elaboración del plato de la manera óptima para generar el menor residuo posible desde el inicio. Teniendo en cuenta los envases que pueda llevar cada ingrediente y de qué tipos son; plástico, papel, aluminio, vidrio, etc.
- Y por último, rellenar una sencilla tabla con datos de los residuos generados al cocinar dicho plato, de qué tipo son y qué se podría haber hecho para evitar dicho residuo, en muchos casos no se puede evitar, como por ejemplo el residuo orgánico de las patatas son las mondas. Aunque la idea es también que aprendamos a tener todo esto en cuenta, puesto que las mondas de patatas, en el caso del ejemplo se pueden convertir en compost.
Bien, ¿Dónde radica la dificultad? La intención es ver, en la práctica, lo complicado que resulta elaborar un plato cualquiera sin generar residuos… o como esto muchas veces es imposible, en generar la mínima cantidad, haciendo hincapié en evitar los plásticos. Ya que el omnipresente uso del plástico, en nuestra sociedad es uno de los problemas más acuciantes, sino el que más, al que nos enfrentamos.
Resultados de la Acción:
Primero me gustaría destacar que una acción como está, que tiene un marcado objetivo de concienciación ecológica, también sirve para hacer piña, reírse con l@s compañer@s y pasar un rato divertido. Además de poder contrastar las impresiones de cada uno y los retos que esta acción supone.
A todos no gustaría haber sido 100% ECO, pero la realidad con la que nos hemos encontrado, todos y todas, es que es prácticamente imposible no generar al menos 1 o 2 plásticos.
En el caso de los ingredientes, por ejemplo, la sal, nadie encontró sal con envase que no fuera de plástico. O al comprar huevos, es complicado encontrar alternativas a la huevera de cartón, lo único que se nos ocurrió fue una cestita de mimbre con paja para llevarlos.
O en el caso de los envases para traer nuestros platos desde casa al trabajo… se torna algo bastante difícil ser ecológicos, una compañera trajo su empanada casera en la misma bandeja del horno y tapada con un trapo de cocina (nuestra compi Marta Elena que podéis ver posando orgullosa en la foto).
Creo que con esta acción pudimos tomar conciencia del reto que supone, puedes pensar en llevar la bolsa de tela a la compra para no comprar la de plástico. Puedes ocuparte de idear una receta rica que no conlleve ingredientes envasados en plástico, incluso puedes apañártelas para reciclar todo lo que hayas utilizado al cocinar. Pero lo complicado es hacerlo todo a la vez y de forma constante y diaria.
Toma Conciencia: el cambio somos nosotros
Como parte de la acción, la agenda del día también incluía la proyección del documental, “Océanos, el misterio del plástico desaparecido” que trata sobre las ingentes cantidades de plásticos y microplásticos que, se está estudiando, invaden nuestros mares.
Y digo “se está estudiando” porque la conclusión de este interesante documental, es que desconocemos realmente qué cantidad de plástico inunda nuestro planeta, debido a las corrientes oceánicas y a los vientos, los microplásticos han llegado ya a los rincones más remotos de la tierra, como el Everest o el fondo oceánico (dónde tardarán muchos más años en degradarse). Pero como éstos nunca permanecen inamovibles, no podemos cuantificarlos de una manera exacta y fiable.
Los datos son alarmantes; no se ha encontrado lugar de la tierra o el mar,ni ser vivo que no contenga en su interior microplásticos.
Tras este esclarecedor documental, se generó un debate muy interesante, sobre cuáles son las formas de actuar para evitar, por completo el uso de plásticos y sustituirlos por otras opciones más ecológicas, que están saliendo a la palestra constantemente, como pueden ser envases de piel de plátano o innovadoras fibras naturales muy resistentes y biodegradables.
Conclusión 1:
Finalmente, la conclusión unánime resultó en la certeza de que debemos cambiar de forma radical nuestros hábitos si queremos recuperar nuestro planeta y para ello hace falta un cambio de mentalidad muy profundo.
Nosotros mismos debemos impulsar ese cambio, no se puede delegar en la clase política ni en organismos internacionales, sino que debemos tomar conciencia de una realidad patente, demostrada y preocupante, aunque asusta debemos revocar antes de alcanzar un punto de no retorno.
Conclusión 2:
Llama la atención, que otra de las conclusiones fuera que debemos volver a costumbres de hace 20-30 años, de nuestros padres o incluso de nuestros abuelos. Cuando lo habitual era la botella de vidrio de Casera con tapón, que se usaba en casa durante años, o las botellas de vidrio que traía el lechero a la puerta de casa.
Muchos alimentos se envolvían en papel de estraza y las madres llevaban su cesto para hacer la compra en el mercado, un concepto tan nuevo como el comercio de proximidad, no es ni más ni menos que el mercado donde compraban todos los días nuestros abuelos.
Cuando tener un huerto propio era lo habitual, algo que quedó patente en la Comida de Residuo Cero, es que una forma muy clara de reducir envases es consumir las hortalizas y verduras de tu propio huerto, ahora en las ciudades, tenemos mucho menos espacio pero la tecnología está de nuestra parte; existen los huertos hidropónicos, sin ir más lejos un gigante como IKEA lanzó, ya en 2017, huertos hidropónicos para cultivar en casa durante todo el año.
Hemos avanzado mucho estos años; la tecnología, el transporte, las comunicaciones, etc, pero quizá debamos replantearnos las cosas antes de lanzarnos a adoptar cualquier novedad que nos llegue. Sopesar si implantar un producto en el mercado va a generar residuos que no podemos asumir, quizá sea mejor pararse y estudiar alternativas innovadoras que no supongan poner en serio peligro nuestro precioso planeta. No sólo por el pequeño detalle de que no tenemos más planetas a los que huir cuando este ya no nos valga, sino porque tenemos el deber de no fallarle a nuestros hijos.